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Foto del escritorJuan Manuel De La Rosa Madrid

Llegó el momento de la despedida



Bueno pues esta experiencia termina aquí, uno de los caminos más constructivos que he emprendido en mucho tiempo.

En estas siete semanas he podido comprobar que esa vocación que latía en mi no era algo pasajero o equivocado. A mis 43 años y con la experiencia que pesa sobre mis hombros puedo decir que he encontrado mi camino. Siete semanas de risas, aprendizaje, esfuerzo, sintiendo que tenía que dar lo mejor de mi, soportando el peso de la responsabilidad que supone educar a niños y niñas y ser parte de ese eslabón en su formación y en su futuro.

Si siendo estudiante en prácticas he sentido esto ¿Cómo será el día en el que sea maestro de pleno derecho?

Espero comprobarlo pronto.

Aquí termina la parte más importante de mi formación, la que le da sentido a mil marcos teóricos, mil unidades didácticas sin público al que aplicarlas y cientos de horas memorizando apuntes que no se muy bien donde encajarlos, pero si el final es lo que he vivido estas semanas, habrá merecido la pena.

He aprendido que la escuela no es un lugar donde solo se va a aprender contenidos, sino que es un espacio de convivencia donde se cuela todo lo que pasa fuera, para bien y para mal.

Siento que nuestra labor docente va de formar personas en mayúsculas, en todos los niveles, conseguir que estos alumnos y alumnas se enfrenten a sus siguientes etapas con un pensamiento crítico, con ganas de formar parte activa de la sociedad y con una seguridad y una fortaleza que les permita resolver los desafíos de la vida exitosamente.

Una labor que tiene que ir unida estrechamente con la colaboración de las familias que en definitiva son los agentes primarios en la educación de sus hijos.

Me quedo con la sensación de que el éxito escolar depende de el perfecto engranaje de la triada escuela, familias y alumnado, que viren hacia un mismo camino apoyándose unos en otros para conseguirlo.

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