Nunca imaginé que mantener el orden en la clase era tan complicado. Cada alumno tiene su carácter, su forma de tomarse las cosas y su personalidad.
Al ser un grupo tan heterogéneo los conflictos están a flor de piel, pero a su vez se generan situaciones sumamente enriquecedoras para todos y todas.
Hoy la clase en general ha estado muy revuelta y las susceptibilidades de algunos alumnos se han hecho notar.
Por un lado que si, tal alumno insulta al otro, un tercero se chiva a la profesora, uno de más allá se queja del que se ha chivado, total que en 5 minutos el aula parecía un gallinero.
La tutora ha sido tajante y no ha dado lugar a más escándalo. Ante la situación ha tomado el control de la clase y ha preparado una dinámica de grupo para hablar de las emociones y de los sentimientos que nos generan las actuaciones de los demás. Ha procurado que cada alumno sienta en su piel y a través de sus vivencias aquello que le genera estrés y le incomoda y hemos conseguido en mayor o menor medida que todos y todas se consigan poner en la piel de los demás. Una vez tranquilizada la clase hemos retomado el temario y hemos proseguido con el programa de aula.
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