Después de una semana en el centro, puedo sentarme a hablar del grupo que me han asignado durante este periodo de prácticas.
El centro es de línea 1 y estoy en 4º de primaria. El grupo está formado por 26 estudiantes ( 9 niños y 17 niñas). No hay repetidores y no hay ningún alumno ANEAE. Es una clase muy heterogénea en cuanto a los ritmos de aprendizaje, en los que el groso de la clase tiene una evolución de aprendizaje normal, una parte tiene una evolución por encima de la media y otra pequeña parte tienen una evolución del aprendizaje más lenta.
La disposición del aula está preparada para el trabajo colaborativo, agrupando a los estudiantes en 5 pequeños grupos de 5 ó 6 componentes cada uno. La tutora renueva estos equipos cada dos meses, siempre procurando la heterogeneidad de estos y propiciando la interacción de aquellos que están más avanzados junto con los que tienen más dificultad para llegar a los objetivos.
He podido observar en un alumno algún problema de disfemia, pero que acude a sesiones con el logopeda y va mejorando progresivamente.
La relación entre los alumnos es excelente y he notado bastantes cambios de comportamiento en función al docente que esté dentro del aula y si este es más estricto o permisivo, lo que me hace reflexionar sobre las diferentes actitudes docentes cuando están dentro del aula.
Con la tutora el silencio es absoluto, lo que podría ser un síntoma de interés y atención plena, pero me surge la duda si ese silencio es fruto del estrés o del miedo a llevarse un castigo o una mala contestación.
En cambio con el profesor de inglés o de educación física el ambiente cambia radicalmente, hay más alboroto en la clase, pero no por ello menos atención o motivación.
Entiendo que en el equilibrio está la virtud, pero si algo tengo claro es que no quiero que mi alumnado futuro tenga miedo en mis clases, soy partidario que el aprendizaje está totalmente relacionado con la liberación de la dopamina o la hormona de la felicidad y un aula feliz es un aula que aprende!!!
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